¿Cómo utilizar las redes sociales en el aprendizaje dirigido a los equipos de salud?
Las redes sociales están en todos lados, sobre su utilización en la educación interprofesional continua y más aún en la educación; nos habla el Dr. Álvaro Margolis y la Lic. Jan Balmer.
La siguiente entrevista fue grabada en la reunión anual de la Alliance for Continuing Education in the Health Professions (2018), y transmitida por Lifelong Learning en ReachMD. Su presentadora Alicia Sutton se desempeña como Executive Vice President – Chief Strategy Officer en US HealthConnect Inc.
¿Por qué Facebook en este ámbito educativo?
Margolis: Básicamente, hay que pensar que América Latina tiene un millón de médicos. Esto significa que hay un gran número de estudiantes. ¿Qué puedes hacer, por ejemplo, si tienes 1.500 o 2.000 participantes en un curso en línea? Quizás puedas tener tutores, pero ¿cuántos tutores necesitas? Entonces, queríamos tener una dirección significativa entre participantes que se conocían entre sí y nosotros, los profesores, de una forma que pudiera automatizarse, en lugar de tener un ejército de tutores, que es lo que se necesita cuando hay 2.000 participantes.
De modo que los debates en las redes sociales entre esas personas, ¿serían algo así como su propio tutor?
Margolis: Exacto. Cuando uno puede interactuar con personas que conoce y en las que confía, y también con los profesores, de manera automatizada, la interacción es como en la vida real. Cuando tienes un problema de aprendizaje, quieres reflexionar con personas en las que confías para ver si quieres cambiar tu práctica. Si usas Facebook, Twitter u otras plataformas de redes sociales, esto lo puedes tener dentro de la plataforma de aprendizaje. Esa es la idea que nos llevó a emprender este proyecto de investigación e innovación.
¿Cómo reunir la información de manera significativa y otros desafíos?
Margolis: Una vez que sabes lo que realmente quieres usar, lo que hace Facebook… Facebook tiene 2.000 millones de usuarios todos los meses, pero tú no ves 2.000 millones de usuarios. Solo ves la periferia que te rodea y las personas que conoces. Una vez que te das cuenta de que quieres hacer eso, debes reunir los datos, los contactos de las personas que están participando en el curso. Lo primero es reunir los datos de los contactos. ¿A qué persona de la otra lista de participantes conoce cada participante que se inscribe en un curso? ¿Integran el mismo equipo o institución? ¿Se conocen porque vienen de la misma asociación en la que trabajan?
¿Cuál era la huella geográfica de los usuarios que participaron en el estudio?
Margolis: Sí, básicamente, como dije, en América Latina hay un millón de médicos a los que se suman otros profesionales de la salud porque estamos hablando de estudiantes, no solo de médicos, sino de todas las personas que componen los equipos de salud. Es un ámbito grande y un público muy amplio. Estoy hablando de cursos que tienen entre 1.000 y 2.000 participantes. En cualquier tipo de patología —como las vinculadas al control de infecciones, la nefrología o la pediatría—, puedes imaginarte un problema similar con el tamaño de la población de médicos y equipos de salud en los Estados Unidos.
Balmer: Así es. La importancia del trabajo que Álvaro está realizando radica en que muchos de los profesionales y equipos de salud se encuentran muy diseminados por toda América Latina. En los Estados Unidos tenemos algunas áreas muy concentradas y también algunas zonas muy rurales, y es todo un desafío tratar de dilucidar cuáles son las mejores estrategias para obtener la información a fin de poder brindar acceso y una atención óptima, y que nadie se vea afectado por el tipo de acceso a la atención sanitaria que tiene ni por el hecho de acceder a la atención en una importante área metropolitana o no.
En la Universidad de Virginia, de hecho, trabajamos más en una zona rural, por lo que soy muy sensible al hecho de que realmente necesitamos asegurarnos de utilizar muchas de estas estrategias y nos basamos en la información y la investigación llevada adelante por Álvaro y su equipo en América Latina, de modo de poder ver cómo funciona en los Estados Unidos y de qué manera se puede marcar una diferencia.
¿Está en marcha ahora? ¿Están trabajando en esto en la Universidad?
Balmer: Recién estamos empezando porque su trabajo aún es bastante informativo y se encuentra en las primeras etapas generales. Hay que ver qué lecciones aprendimos, cómo están trabajando ellos y cuál es la mejor manera de adaptarlo porque los sistemas de salud son muy distintos. La manera en que se manejan los seguros y la forma en que las personas reciben atención son muy distintas. Por lo tanto, al analizar el papel que desempeñan las redes sociales debemos tener en cuenta esos factores culturales y geográficos.
¿Cómo utilizaron los datos a partir de una teoría del análisis de la red social, para generar diálogo entre esos participantes?
Margolis: Lo primero que pensamos fue que saber cuán conectado estaba cada participante nos serviría para saber qué tan bien o mal le iría al final del curso. Esa era la primera idea porque habíamos visto que las personas que estaban menos conectadas, o los grupos que estaban menos conectados, no terminaban el curso tanto como las personas o los grupos de especialistas que estaban más conectados.
Balmer: Sí. Lo que se crea es una comunidad de práctica que te acerca a colegas con los que puedes debatir e intercambiar ideas. Una de las cosas más importantes de la educación continua, además de ponerlos en contacto con las últimas investigaciones, es darles la oportunidad de poner esas investigaciones en contexto e incluirlas en su entorno de asistencia, además de poder compartir ideas, inquietudes y desafíos con otros colegas de modo de crear una especie de filosofía, enfoque o mentalidad de asistencia de carácter colectivo.
Investigaciones
Margolis: Según nuestra investigación, es menos probable que las personas que están menos conectadas de manera efectiva tengan una participación significativa en el curso. Encontramos la correlación entre ambas variables: más o menos conexión y participación y finalización de los cursos. Eso fue lo primero que hicimos en uno de los proyectos de investigación.
En lo que respecta a la interacción pensamos que quizás, una vez que tuviéramos la información sobre cómo están conectadas las personas, podríamos crear grupos balanceados, grupos bien equilibrados. Todos los grupos tienen más o menos la misma conexión. En todos los grupos hay personas que están más o menos bien conectadas.
Eso lo hicimos usando algoritmos matemáticos. Nos aseguramos de que los grupos de discusión fueran equilibrados y de que los integrantes estuvieran conectadas entre sí. Pero para eso se necesitaban tutores, de modo que pensamos en hacer algo como lo que hacen Facebook o Twitter. Comenzamos a hacerlo para que cada participante del curso sintiera el entusiasmo de la discusión entre los propios participantes, y también entre sus amigos, los amigos de sus amigos e incluso los profesores.
Estos obviamente eran grupos privados de Facebook…
Margolis: No se ejecuta en Facebook. Está en una plataforma de aprendizaje y las personas están incluidas en el curso. Usa los mismos tipos de algoritmos, pero no se ejecuta en Facebook porque si lo ejecutas en una plataforma social tienes las limitaciones de dicha plataforma, como privacidad y confidencialidad. Esto está más bien en una plataforma de aprendizaje que usa el mismo tipo de algoritmo. Una de las primeras aplicaciones que hicimos fue en un curso que realizamos en conjunto, para toda América Latina, con la Global Alliance for Medical Education, con Jan como directora del comité de educación.
¿Alguno de los resultados que han obtenido hasta el momento los sorprendió?
Balmer: Creo que en realidad está muy fuertemente respaldado por la investigación. Sabemos que los médicos y los equipos de salud quieren aprender y brindar una buena atención. A pesar de ello los elementos de comunicación y el contexto en que brindan la atención están muy vinculados a la teoría del cambio y la teoría de aprendizaje de adultos. Debido a que responden a cuestiones con las que deben lidiar en la práctica diaria.
Por lo tanto, lo que se busca es aprovechar esa investigación y esa evidencia, que sabemos que redunda en mejores resultados para los pacientes y en un aprendizaje más activo, y ponerla en formatos que se ajusten a las sociedades y las profesiones. Lo que solíamos hacer en papel u otras metodologías hoy se realiza en plataformas de tipo redes sociales. En realidad, hay menos tiempo.
Sabemos que las personas se comprometen por períodos de tiempo más cortos, de modo que hay que centrarse en los mensajes. Pero tiene que haber una conexión personal porque si esa conexión no está, las personas no participan como necesitamos que participen.
Con las redes sociales nos hemos acostumbrado a entrar, obtener información y salir muy rápido.
Balmer: Esto hay que tenerlo en cuenta cuando se genera contenido educativo, ya que en el pasado se pensaba en períodos de tiempo mucho más largos. Parte de ello es la función de la investigación. Con el transcurso de los años, las investigaciones se multiplican. Antes había una o dos publicaciones por especialidad y hoy hay varias. La cantidad de información es tanta que no se puede memorizar, guardar por dos o tres años y saber que se va a mantener igual.
Lo más probable es que en la mayoría de las especialidades siempre esté ocurriendo algo nuevo. Se pasa de un tipo de mentalidad que se basa en aprender de memoria a una mentalidad de pensamiento crítico que obliga a la persona a volver, reconectarse, formular más preguntas y hacer referencia a sus pares y la evidencia con mucha más frecuencia. De modo que esos hits de respuesta más cortos y más rápidos no necesariamente son malos. Es solo un estilo y un abordaje del aprendizaje completamente distinto.
Margolis: Si estás en una conferencia, como estamos ahora, quizás puedes quedarte y escuchar una disertación de 40 minutos. En cambio, si estás frente a una computadora u otro dispositivo es probable que después de unos minutos te aburras. De modo que el tiempo es diferente.
¿Qué cree que pasará dentro de unos cinco años? ¿Cuál será la situación?
Margolis: Ahora estamos experimentando. En vez de tan solo conectar a unas personas con otras, estamos conectando a las personas con los recursos. Esto se denomina friend sourcing (recomendaciones de amigos). Si a sus amigos les gustan ciertas cosas en un curso o determinado tipo de curso, es más probable que a usted también le gusten esos recursos. Es algo similar a Netflix y ese tipo de cosas, pero con un amigo.
Estamos llevando adelante una segunda investigación sobre esto, pero definitivamente en la educación continua para los profesionales de la salud se incluirán herramientas automatizadas para producir un mejor aprendizaje social.
Balmer: Estoy completamente de acuerdo. Creo que hay que contar con estrategias ágiles, que se puedan adaptar y cambiar de conformidad con los cambios en los estándares de atención y en la medida en que cambian los requisitos y las expectativas de asistencia, y que puedan modificarse para entornos rurales y urbanos. Hoy podemos realizar traducciones en vivo en Internet, de modo que no estamos limitados a un único idioma.
Oportunidades de mejora
Balmer: Creo que hay muchas oportunidades. La realidad es que cosas como la gripe no están limitadas a un solo país. Todos viajan alrededor del mundo y lo que queremos es que personas de la India, que quizás conozcan algo que nosotros en los Estados Unidos no conocemos, puedan informarnos sobre ello y recomendarnos con qué información debemos contar porque están más familiarizadas con el tema, o a la inversa. Pienso que podemos crear una especie de laboratorio de ideas global o trabajar con recursos y recomendaciones de amigos. De una manera muy distinta que no es estática, sino que es un tipo de red de respuesta viva. ¿No crees?
Margolis: Sí. La semana pasada asistí en forma remota desde Montevideo a una conferencia en Singapur. Si bien era medianoche en Montevideo y las 11 de la mañana del día siguiente en Singapur, la participación fue como si estuviera allí. De modo que la tecnología está permitiendo innovaciones muy disruptivas, como dijo Jan, y la participación sin el traslado de personas, expertos y participantes, pero también la interacción, como dijimos.
Acerca de los entrevistados
El Dr. Alvaro Margolis es médico internista con una Maestría en Informática Biomédica en la Universidad de Utah, Estados Unidos. Ha sido docente de las Facultades de Medicina y de Ingeniería, Universidad de la República del Uruguay, e integrante del equipo de coordinación de varios proyectos de informatización de instituciones de Salud.
Fue Presidente de la Federación de Sociedades de Informática Biomédica de Latinoamérica (IMIA-LAC) y Vicepresidente de IMIA, la Federación Mundial. Es miembro fundador de la Academia Internacional de Informática Biomédica, junto a una decena de colegas latinoamericanos. Actualmente preside la Global Alliance for Medical Education. Es Editor asociado de Applied Clinical Informatics, Revista oficial de IMIA y de AMIA. Director de EviMed, empresa de educación online para profesionales de la Salud latinaomericanos.
Jan Balmer es Enfermera con un Doctorado en Educación Superior. Ex presidenta de la Global Alliance for Medical Education. Actualmente se desempeña como docente en la Facultad de Medicina de la Universidad de Virginia. Junto al Dr. Margolis ha trabajado en la educación continua y la educación interprofesional continua a nivel mundial, buscando estrategias realmente creativas para tratar de contar con la participación, de profesionales clínicos, investigadores y estudiantes, de forma de mejorar la atención en todos los rincones del planeta.
Entrevista audiovisual transmitida originalmente en inglés
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