Vacuna contra el COVID-19

La ausencia de síntomas no implica la ausencia de daño

Si algo parece unir criterios en la comunidad médica internacional es que el COVID-19 es desconcertante. La respuesta idiosincrásica a la infección es uno de sus varios misterios. Dos personas con exactamente la misma demografía y salud pueden expresar la enfermedad en los extremos opuestos del espectro. Así lo afirma el Dr. John Kinnear, director de la Escuela de Medicina de la Universidad Anglia Ruskin, en el Reino Unido. Quien tras compartir su experiencia, encausó la atención sobre el impacto de la enfermedad en pacientes asintomáticos.

Aprendí rápidamente que muchos pacientes en estado avanzado de COVID-19 no tenían ninguno de los rasgos distintivos de la enfermedad respiratoria grave hasta que colapsaron repentinamente y murieron, manifestó el galeno británico en su publicación para The Conversation.

Dos pacientes me enseñaron sobre la infección y cuestionaron la experiencia que creía tener en el manejo de la neumonía

El primer paciente con covid-19 que se presentó en mi hospital, -rememora John Kinnear- era probablemente el típico de los pacientes iniciales en muchos otros hospitales en ese momento. Un hombre mayor con neumonía que no se le había hecho la prueba de coronavirus, pero que supuestamente lo tenía.

Un equipo de expertos lo evaluó cuidadosamente, le recetó oxígeno de flujo alto y lo monitoreó en una guardia respiratoria. Esa noche, murió de forma inesperada.
El segundo paciente era una mujer de mediana edad enviada a una unidad de cuidados intensivos para que la conectaran a ventilación mecánica.

La muerte reciente me había dejado nervioso, así que fui a evaluarla. De camino a la guardia, me imaginaba lo que me esperaba: una paciente con grandes dificultades para respirar. Apenas era capaz de hablar, con el pecho agitado por el esfuerzo de tratar de llevar oxígeno a su sangre.

Cuando llegué cubierto con mi equipo de protección y listo para sedarla e intubarla inmediatamente, pensé que me encontraba frente a la cama equivocada.

Ella estaba sentaba cómodamente en su cama, hablando por su móvil con su hija, sorprendida por mi apariencia. Colegas súperprecavidos, pensé. Pero medí su saturación de oxígeno en sangre por las dudas, más por instinto que por preocupación.

Por su apariencia, esperaba que fuese normal (100%). Era de 75%, un nivel apenas compatible con la conciencia.

Daño pulmonar silencioso

La falta de síntomas no es infrecuente en otras infecciones virulentas, como el Staphylococcus aureus resistente a la meticilina o SARM y C diff (Clostridioides difficile), pero lo que llama la atención con el SARS-CoV-2 (el virus que causa la covid-19) es que puede estar acompañado de daño orgánico subyacente.

La ciencia detrás de esta temprana lección está emergiendo ahora. Un un estudio de Wuhan, China describe los cambios patológicos del pulmón en las tomografías de pacientes completamente asintomáticos.
Los investigadores encontraron lesiones consistentes con inflamación del tejido pulmonar subyacente (opacidades de vidrio esmerilado y consolidación), que no son específicas a la infección de SARS-CoV-2 y pueden verse en muchas otras enfermedades pulmonares.

Alrededor de una cuarta parte de los pacientes en el estudio desarrollaron fiebre, tos y dificultad para respirar, pero muchos no. Lo que sigue siendo un misterio es por qué, a pesar de estos cambios, los pacientes no muestran síntomas típicos de neumonía, como falta de aire severa.
Las lesiones en una tomografía determinan qué tratamiento se necesita. Todavía hace falta una decisión personalizada basada en el juicio clínico.

Los riesgos

La falta de síntomas frente a una patología activa conlleva un riesgo tanto para las personas infectadas como para el público.
Las recomendaciones actuales alientan a los pacientes a quedarse en casa si son asintomáticos. Esto hace que la presentación tardía al hospital y la muerte súbita se conviertan en un riesgo.

También está la pesadilla de la salud pública. Cerca del 40-45% de la gente infectada con SARS-CoV-2 es asintomática, con una carga viral igual de alta que la de aquellos que están activamente enfermos.
Si le añades el significativo índice de falsos negativos de hasta un 20% en cribados (la estrategia aplicada sobre una población para detectar una enfermedad en individuos sin síntomas de esa enfermedad), donde a la gente se le dice erróneamente que no tiene la infección, la escala del problema se magnifica.

Estos son los propagadores encubiertos que continuarán expulsando el virus por hasta 14 días. Esto plantea serias preguntas sobre la efectividad de las estrategias de testeo o el uso de herramientas de detección como el chequeo de la temperatura.

Se están empezando a recopilar retazos de evidencia, principalmente de muchos estudios pequeños y dispares.
La imagen completa se irá armando a medida que la calidad y cantidad de evidencia expanda y refine nuestra comprensión del SARS-CoV-2.
Mientras crezca la comprensión científica, aplicaré el consejo de Osler* con una convicción renovada: atiende a tus paciente con los cinco sentidos en alerta máxima. Te enseñarán lo que necesitas saber.
*William Osler (1849-1919) Atender al paciente más que a la enfermedad

Fuente: Versión al español publicada por BBC News. Véalo aquí